¿Qué tengo yo que ver con mis problemas?
A lo largo de cada día vivimos sucesos de todo tipo a los que englobamos bajo la etiqueta de “problemas”. Desde lo que conocemos comúnmente como enfermedad, una relación personal conflictiva, un despido laboral, un accidente, crisis emocionales incontrolables, hasta ligeros problemas como puede ser, por ejemplo, la pérdida de la billetera.
Todos ellos son episodios adversos con los que lidiamos como mejor sabemos o podemos, y sobre los que, habitualmente, consideramos que tenemos poco o nada que ver.
Situaciones como éstas se nos presentan en el escenario que es nuestra vida de forma completamente inesperada, sin que nuestra voluntad intervenga en ello y alteran, más o menos significativamente, el curso regular de nuestras vidas.
“Lo usual en estos casos es que nos consideremos hostigados por la mala suerte. Son momentos a veces terribles que nos suscitan una inmensa soledad y que nos llevan a sentirnos víctimas desvalidas de una existencia caprichosa e imprevisible”.
Quizás si tenemos mayor amplitud de miras somos capaces de constatar o intuir, al menos, cierta parte de responsabilidad propia en ellos.
Podemos considerarlos el resultado de, por ejemplo, haber seguido una mala alimentación en el caso de un órgano que funciona anormalmente. O de haber elegido mal en el terreno del amor, quizá de andar despistado si hemos extraviado algún objeto.
Puedes cambiar la manera en que observamos los “problemas”
Podemos contemplar cualquier circunstancia que esté produciéndose en nuestra vida desde ángulos diversos. Podemos considerarla como un problema, como producto del azar, fruto del karma, de la injusticia, una desgracia, etc.
Y cualquiera de esas perspectivas es del todo verdadera. Aunque con un matiz: es verdadera, sí, aunque únicamente desde la posición desde la cual está siendo contemplada.
O lo que es lo mismo, en función del nivel de consciencia de la persona que lo está experimentando.
A la vez, también tenemos la opción de contemplar todo lo que nos ocurre como consecuencia de un propósito inteligente, como si hubiera sido diseñado específicamente para nosotros.
En otro nivel de consciencia, nuestros problemas tienen un objetivo: hacernos evolucionar para lograr comprensión y amor hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Desarrollar una mirada menos crítica y juiciosa respecto de lo que en un primer momento nos parecía que estaba sucediendo en ese problema.
Tu realidad cambia cuando tú cambias tu forma de mirarla
Supón que tienes, por ejemplo, una empresa que has decidido vender. Aparece un comprador, realizáis los trámites pertinentes para el cambio de titularidad, el modo de pago, etc. Y cuando llega el momento, el nuevo propietario no procede al pago según lo convenido.
Desde un nivel de realidad, esto es una auténtica faena. Y, desde aquí, lo que vives es un enorme disgusto y te sientes muy preocupado.
Nombras a eso que te “hacen” como fraude, estafa, por lo que automáticamente te sientes impulsado a denunciar ante el juzgado la situación.
Además, te sientes abusado, traicionado, humillado, culpable, desvalorizado, etc. Y es hasta probable que desees pegarle.
Desde otra dimensión o nivel de realidad, lo que haces es asumir la responsabilidad del suceso. Entiendes que la situación que vives tiene que ver contigo.
Así que estás atento al aprendizaje y crecimiento personal al que la interacción con ese comprador está llevando a cabo en ti. Puede que vayas a juicio o que no. Pero lo sueltas, te desapegas y sigues con tu vida, olvidándote del tema.
Desde una dimensión aún más amplia, si eres una persona en un nivel de consciencia más extensa, sabes que todo lo que sucede tiene un sentido “lógico”, dirigido por tu ser superior con el fin de que te desarrolles o evoluciones.
A través de tus problemas crece tu capacidad de amar(te)
Estarás llena de compasión hacia ese hombre sabiendo que no es más que una expresión de ti mismo. Le hablarás con amabilidad al ser consciente del dolor o miedo que guía sus actos y le darás, incluso, las gracias por haberte ofrecido la oportunidad de conocerte mejor a través de él. Ayudándote, por ejemplo, a sacar a la luz antiguas creencias y emociones no resueltas, etc.
Porque estarás aprendiendo a valorar de un modo distinto la labor que tu empresa desempeñaba en el mundo.
Porque te darás cuenta de que la situación está empujando a los trabajadores que la integran a soltarla, y dejar atrás un trabajo que ya no les satisfacía obviando el miedo a dedicarse por fin a sus pasiones.
La realidad tiene muchas caras
Aunque el asunto es invariablemente real en los 3 casos, cada persona lo aprecia desde un punto de vista diferente. O lo que es lo mismo, las personas están viviendo en tres estados de consciencia diferentes el mismo fenómeno.
El sufrimiento, rechazo y enfrentamiento a la realidad que vive el primer individuo es algo totalmente inexistente, como problema, para el tercero.
Y aunque su actitud frente a la realidad también fue similar en algún momento de su vida, cambios interiores han generado en él una nueva manera de vivir la realidad, sin tantos problemas.
Cada una de estas personas está viviendo solamente aquélla realidad que se corresponde con su nivel de consciencia interno.
Los anteriores niveles de realidad no desaparecen, aunque siguen existiendo exclusivamente para aquéllos que aún la necesitan porque aún no han aprendido a ver a través de ellos.
Durante mucho tiempo hemos pensado que la “realidad” es únicamente una, observable desde un único punto de vista y que es válida para todos por igual: las cosas son “así”, la verdad es “ésta”.
Lo que equivale a que todo lo que queda fuera de ese rango es calificado como falsedad, mentira o irrealidad.
Del mismo modo que en ti coexisten distintas dimensiones, en el mundo se dan diferentes niveles de realidad.
Los diferentes niveles de realidad no están determinados por nada ajeno a ti. Dependen de tu percepción personal en el instante en el que ocurren.
Y tu percepción no es algo fijo ni invariable, sino que está en proceso de desarrollo todo el tiempo.
Aprender a ver el regalo o “lección” tras los problemas te libera
Con el Arte de Escuchar la Vida Josep Soler pretende acompañarte a dar un paso más allá en tu manera de ver tu mundo.
Puedes ampliar el punto de vista desde el cual contemplas cualquiera de las cuestiones que pasan en tu vida. Especialmente aquellas que te causan sufrimiento.
También las “favorables” tienen su singular sentido, aunque normalmente nos interesa menos indagar en ellas, pues su existencia ya nos viene bien.
“Mi intención es que puedas usar mi método en tu vida cotidiana como una herramienta útil, que te sirva de inspiración y de guía. Con la finalidad de encontrar el sentido y el regalo de cualquier circunstancia, por adversa, dolorosa o absurda que parezca”.
“Es posible que una situación complicada esté sucediendo ahora en tu vida y que no te sea posible aceptarla y entregarte a ella.
Aceptar significa abrir el corazón para que abrace todas las sensaciones que te despierta esa situación.
Entregarte significa escuchar interiormente y hacer lo que sientes que toca hacer.
Si no puedes aceptar lo que está pasando, integrarlo y abrir el corazón a lo que está ocurriendo, es evidente que la Vida te está empujando para que des un paso adelante en tu crecimiento o evolución.
Es como si tu forma de ver la vida se hubiera quedado pequeña, estrecha o anticuada para la situación que se está produciendo.
Esa forma de ver la vida, que también puedes llamar tu antiguo mundo o sistema de creencias, requiere un ajuste para adaptarse a la nueva situación y crecer a través de ella.
Sea lo que sea lo que aparezca en tu escenario, contiene una invitación del alma para evolucionar.
Para que suceda esa evolución, la clave es encontrar el sentido profundo de lo que está ocurriendo. Para encontrarlo puedes hacerte algunas de las preguntas que encontrarás aquí”.
*Post de Cristina Gil a partir de El Lenguaje del Alma y La Numerología del Ser.